En este post expongo los cambios que se han gestado en esta última década en torno a la toma de conciencia del ciudadano y su transformación en cliente y consumidor. En este nuevo contexto, las empresas han entendido el valor de conocer y segmentar a sus clientes para ofrecer productos y servicios adaptados a sus necesidades reales. En este sentido, señalo que la revolución digital ha supuesto un cambio de paradigma que nos lleva a un nuevo modelo económico y productivo en constante cambio y evolución. En este camino, el factor humano está muy presente. No se trata únicamente de interactuar con la tecnología, sino de crear un vínculo emocional perdurable en el tiempo. La forma de humanizar esa relación o de conseguir un vínculo emocional se realiza a través del marketing de contenidos, que adquiere una nueva dimensión. En cinco años 7.000 millones de personas tendrán acceso a las redes y estos cambios generarán nuevos ciudadanos, nuevos consumidores y nuevas profesiones.
Un nuevo ciudadano, sofisticado y exigente
En uno de los últimos post hablábamos de la tecnología cómo driver de cambio en el plano social, económico, político, legal y medioambiental.
La tecnología, como herramienta para mejorar la eficiencia y la competitividad, es un tractor de la economía, responsable del 25% del crecimiento del PIB.
No adaptarnos a esta nueva realidad no es, por lo tanto, una opción y su impacto deriva en que el ciudadano, cliente y consumidor, es el centro de todo en lugar del producto.
El perfil del ciudadano de hoy ha evolucionado en distintas facetas en su forma de comunicarse, de relacionarse y de configurar su identidad. Estamos ante un ciudadano informado a través de plataformas multicanal, que asume un protagonismo clave en debates y corrientes de opinión. Su voz, amplificada y crítica, exige respuestas rápidas y de calidad, en un camino que lo ha llevado a una mayor sofisticación.
Ante este nuevo escenario se nos plantea un reto en forma de nuevo paradigma: la gestión empresarial de ese ciudadano en su faceta de cliente en el entorno tecnológico.
Revolución tecnológica
La tecnología, cuyo avance es imparable, hace que las empresas tengan la necesidad y obligación de transformarse, tanto en su cultura organizacional como en su funcionamiento operativo. De ahí la digitalización y el cloud computing, el IoT y el Big Data. Conocer mucho más y segmentar mucho mejor a los clientes serán acciones esenciales para personalizar al máximo la oferta, para lograr incrementos estables en la producción y para reducir costes. Conocer y segmentar serán los verbos clave, conjugados a través de herramientas tecnológicas que transformarán la manera de hacer las cosas.
La revolución digital y sus efectos sobre el entorno social definen un objetivo cuya misión es mejorar la eficiencia (innovación en los procesos y en el que será continuamente cambiante), sofisticar la interacción con los clientes e incrementar los nichos de mercado (mejora en la toma de decisiones).
Ya no hay barreras entre el mundo físico y digital, pero las redes sociales han promovido que las personas no quieran hablar con las máquinas, sino con las personas que hay detrás. Así, el factor humano se despliega aquí a través del marketing de contenidos. Se humaniza con el objetivo de lograr un vínculo emocional.
En un proceso de adaptación rápido y adaptable el análisis de datos permite una mejora de la toma de decisiones. Se trata de saber cómo ser más eficiente y qué quieren y querrán los clientes. En tiempo real.
La necesidad de talento interconectado y global
Dentro de cinco años 7.000 millones de personas tendrán acceso a las redes. Completamente insertadas en un mundo global, las empresas deben adecuar su oferta y servicios a cada país, siendo su mercado el mundo, y con propuestas de valor diferencial, tanto en precio como en especialización.
Todos estos cambios no se pueden hacer sin el adecuado personal, sin el talento necesario. Las personas, en su rol de profesionales del siglo XXI, han de reinventarse hacia estas nuevas necesidades (TIC, marketing emocional, planificación estratégica ) nutridos de altas dosis de creatividad y adaptabilidad.
Los Millennials y las fuentes de prosperidad
Pero para generar este ecosistema hay que cambiar el sistema educativo. Se abre una gran oportunidad con los Millennials: nativos digitales, expertos en tecnología, con fuertes valores, de perfil colaborativo, sociales y predispuestos a compartir.
La era digital presenta nuevas fuentes de empleo y prosperidad que pueden constituirse como las bases del nuevo modelo productivo.