EL MUNDO DE MAÑANA Christian Manrique

No me gusta el término “emprendedor” ni tampoco el adjetivo “disruptivo”.  No porque no gocen de sentido y pertinencia sino porque, al ponerse de moda, su esencia se difumina.

Más claras, directas y acordes con los tiempos que vivimos hoy y, sobre todo, que los que nos vendrán, tenemos otra serie de calificativos como “aventurero”, “creador”, “integrador”, “apasionado” e “inconformista” que han de tomar protagonismo, junto con la capacidad de sacrificio y el espíritu de superación.

Se trata, hoy, de acercarse a la rebeldía, de avanzar con ganas de transformar y de producir cambios. Todas las personas llevan dentro de sí un enorme potencial, un motor de cambio capaz de crear prosperidad.

Pero históricamente ese potencial ha sido condicionado, especialmente por el lugar donde se vivía, por el entorno, el origen, la eduación. Sabemos que siempre ha habido condiciones más favorables que otras para desarrollar ese talento.

¿Qué es lo que ha cambiado? Lo hemos descrito muchas veces: la hiperconectividad y el imparable avance tecnológico está produciendo cambios en el plano social, económico, legal, empresarial, cultural, energético, de salud, educacional y medioambiental.

En definitiva, habrá un nuevo orden mundial que generará inmensas oportunidades pero también amenazas. Y hay que estar preparado para afrontar ambas.

Conectividad

Thomas Friedman ya lo adelantaba en su momento a través de su libro La Tierra es Plana. Decía que la combinación entre hiper-conectividad y globalización de la economía aplana el campo de juego donde empresas y personas de todo el mundo pueden competir, con independencia de la geografía.

Hoy casi todo el mundo vive enganchado a la red, teniendo conocimiento de la información de manera inmediata, a través de distintos canales. EL 98% de la población mundial tiene dispositivo móvil y el 40% acceso a Internet. En los países emergentes y subdesarrollados, con los nuevos smartphones, tendrán acceso de manera exponencial en los próximos años.

El mundo es una gran red social donde imperan nuevas maneras de comunicarse e influir.

Las TIC y la conectividad van a dar otro gran salto con respecto a nuestra manera de relacionarnos y comunicarnos: el mundo digital y la nube son el siguiente paso.

Un mundo digital

El mundo digital es el mundo de mañana. El tráfico de datos está creciendo de manera exponencial y el vídeo va a ser uno de los grandes protagonistas en los próximos años: CV en formato video, espacios de trabajo virtuales entre personas de diferentes continentes y videoconferencias sensoriales, harán que la necesidad de viajar por motivos profesionales experimente una clara reducción.

Los dispositivos wearable serán cada vez más cercanos a nuestro cuerpo: Relojes, ropa y pulseras tecnológicas que controlan, nos comunican y cuidan de nosotros.

IoT (Internet Of Things): los distintos dispositivos estarán conectados, dotándose de conexión a Internet e inteligencia. La lavadora será capaz de hacer el pedido de las pastillas de jabón cuando detecte que se le están agotando y el frigorífico será capaz de encargar la compra. Se realizará una gestión inteligente del tráfico y de los transportes para optimizar costes y mejoras del servicio, se mejorarán los servicios de basura y los consumos de agua, luz y electricidad y el cuidado de los pacientes de los hospitales experimentará cambios notables.

Otro de las área de desarrollo serán las nubes, necesarias para almacenar esa ingente cantidad de datos, que darán pié a los sistemas de procesamiento y análisis para ayudarnos a tomar mejor las decisiones. Grandes compañías, como Cisco y Huawei, están invirtiendo muchos millones en las nubes.

Con el avance de la tecnología, traducido a la digitalización continua, las barreras geográficas desaparecen y contribuyen a reducir la brecha de la desigualad social. El individuo de cualquier parte del mundo es el protagonista.

El avance tecnológico

El avance tecnológico no es lineal, sino exponencial. Los dispositivos inteligentes móviles, las nubes y las impresoras 3D ya son una realidad que seguirá avanzando y desarrollándose. Hasta ahora están siendo los protagonistas de esta era, pero la que viene será más apasionante.

La Biotecnología, la Inteligencia Artificial y la nanotecnología empezarán a ser protagonistas estos próximos años.

La Biotecnología no sólo nos permitirá leer nuestro ADN, de tal manera que podamos prevenir y curar multitud de enfermedades, sino que también será capaz de crear órganos sintéticos. A día de hoy ya existe la fabricación de piezas y prótesis con impresoras 3D y de materiales especiales inteligentes que se autoreparan, usados en la industria naviera.

La Inteligencia Artificial y la robótica será una realidad antes de lo que pensamos. Tanto en la empresas como en las casas, tendremos autómatas que nos ayuden en nuestro trabajo. Y no me refiero sólo a los procesos automatizados de las cadenas de fabricación de coches y naves de almacenaje y distribución. Se adaptarán al medio y tendrán capacidad de aprendizaje.

La inteligencia artificial transformará los móviles y los ordenadores, los coches y la televisión. Se generalizarán los coches sin conductor y  drones y robots tendrán funciones en fábricas, cuidando enfermos, en los servicios públicos o ayudando en casa. Y todo ello será mucho antes de lo que pensamos.

La nanotecnología será capaz de detectar y combatir enfermedades y de crear materiales inteligentes que sean más baratos y con usos más eficaces en la informática y en la industria.

Condicionantes

Como siempre, la tecnología deberá ser factible en cuanto a sus aplicaciones y rentable para sus desarrolladores. Pero además deberá contar con el apoyo y acompañamiento adecuado desde los ámbitos políticos y legislativos. Si la tecnología encuentra el punto óptimo de rentabilidad, el avance dependerá de la audacia legislativa e institucional.

 

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