La nueva revolución industrial, conocida como cuarta revolución industrial, conlleva una serie de factores de gran calado que afectarán de manera más profunda al sistema social que conocemos.
Las revoluciones industriales anteriores transformaron los distintos sectores productivos, realizándose procesos migratorios desde el campo a las ciudades y a las industrias, sustituyendo en muchas ocasiones el trabajo manual por el trabajo a través de máquinas. Pero ahora hay un componente que avanza imparable: la tecnología.
La tormenta perfecta
Esta cuarta revolución industrial configura de alguna manera una tormenta perfecta.
La digitalización, el IoT, la robótica, la Inteligencia Artificial, los móviles inteligentes y las impresoras 3D supondrán una manera de fabricar y producir distinta. Se trata, en definitiva, de una nueva realidad formulada por la tecnología.
El trabajo intensivo irá dejando paso a la automatización. Será una automatización inteligente, a diferencia de las automatizaciones que se habían producido en las anteriores revoluciones. Ello significa que, inevitablemente, se requerirá menos mano de obra.
Una de las consecuencias de lo anterior es que, en el futuro, el ser humano va a trabajar menos horas y, en el contexto de la polarización de mercados que se está produciendo, sus salarios se verán afectados.
Del mismo modo que hubo un trasvase de la gente del campo a la industria y a la ciudad, cuando la gente pasó de trabajar 100 horas en el campo a trabajar 40 horas en la industria, esta nueva revolución industrial hará que trabajemos menos horas.
Del trabajo monótono y mecánico, se pasará a trabajos más cualificados y relacionados con la economía del conocimiento y de la tecnología. Hablamos, en muchos casos, de puestos de trabajo que hoy en día no tienen nombre que los defina y clasifique.
Los robots y la impresoras 3D reemplazarán los puestos de trabajo más repetitivos y esto será una realidad antes de lo que creemos.
Para poder enfrentar a esta realidad será básico contar con un sistema educativo competente que prepare a la futura fuerza laboral para ese nuevo escenario del mercado de trabajo, donde la convivencia con los robots será una hecho.
Trabajos en riesgo
Un estudio de The World Economic Forum dice que la automatización significará una pérdida de puestos de trabajo de 5 millones en el año 2020.
En un principio, la mayoría de los trabajos en riesgo se corresponden con las industrias manufactureras y los call centers, donde los trabajos repetitivos y automáticos serán los primeros en ser reemplazados. Pero el riesgo es aún mayor, ya que puede afectar a trabajos de mayor cualificación, como los que se dan en los sectores de la medicina y la salud, donde los ordenadores podrán dar un diagnóstico a los pacientes y recetar. Del mismo modo, en el ámbito del transporte, los vehículos sin conductor ganarán terreno, en el sector financiero contaremos con herramientas tecnológicas que nos podrán recomendar inversiones y en los medios de información se generarán productos informativos de manera inteligente.
Un informe del World Bank Development indica que en los países miembros de la OECD el 57% de los trabajos están en riesgo. En EEUU ese porcentaje es del 47%, en UK es del 35% y en China del 77%.
¿Está el ser humano preparado para estos cambios? ¿El destino del ser humano pasa porque su vida laboral se convierta en ocio? Probablemente contaremos con un mix entre un estado y otro.
Muy probablemente, dentro de 20 años trabajaremos 30 horas semanales en lugar de 40, pero en puestos más especializados, más cualificados y fuertemente relacionados con la economía del conocimiento.
Para ello, el sistema educativo se tiene que reformar. Ya no valen las medias tintas, dado que las consecuencias de este escenario realista que nos viene serán devastadoras si no hay profesionales adecuados para ocupar los nuevos puestos de trabajo que todavía no tienen nombre. Si lo países no se preparan, el desempleo mundial aumentará de una manera significativa.