Según la Wikipedia, el Ludismo fue un un movimiento encabezado por los artesanos ingleses en el siglo XIX que protestaron contra las nuevas máquinas que destruían empleo. Era la época de la Revolución Industrial, donde los telares industriales y las máquinas de hilar comenzaban a reemplazar a los artesanos por trabajadores menos cualificados y con salarios inferiores.
Traducido a nuestro tiempo, donde la etapa industrial se está transformando en etapa digital, el ludismo son todas aquellas acciones que intentan utilizar todos los mecanismos de presión para evitar el asentamiento del progreso tecnológico, dado que perjudica al grupo que ejercita tales acciones.
Ludismo para todos
El ludismo ha existido y existe en todos los sectores y países, bajo diferentes formas. Podemos clasificar dichas formas a lo largo de la historia en cuatro: religiosa, empresarial, política y educativa.
El avance la tecnología es imparable y, como herramienta de la innovación, uno de los pilares para la creación de ideas y de progreso. Ello a su vez, se traduce como resultado en el crecimiento de las economías y en la preparación de los países. Habrá países más preparados que otros. Habrá un escenario con vencedores y vencidos.
Desde el punto de vista religioso, ya en la Edad Media, se realizaron acciones encaminadas a impedir que filósofos y pensadores desplegarán sus pensamientos, descubrimientos y teorías que contradecían las doctrinas de sus religiones. Lo sucedido a Galileo Galilei fue un claro ejemplo en el año 1600. No sólo sucedía con el cristianismo radical, sino también en la religión islámica, donde hoy en día aún podemos posiciones extremistas destruyendo arte o ciencia.
Desde el punto de vista empresarial, ya hemos visto cómo los artesanos ingleses de 1800 protestaron contra la implantación de los últimos avances en tecnología con las máquinas automáticas. Y no solo eso: hoy, en el 2016, acabamos de ver un ejemplo reciente a nivel mundial con el fenómeno UBER, donde el conflicto entre la tecnológica y los taxistas que están viendo amenazado su negocio se ha traducido en cortes en las vías y suspensiones de servicios. Y ahora viene otra tecnológica como Cabify.
Desde el punto de vista político e institucional, por un lado la conectividad tanto nacional como internacional o, dicho de otro modo, la apertura comercial, hace que se conecten ideas, que se sepa qué se está haciendo en otros lugares de tal mera que permitan tener ese conocimiento, aplicarlo e incluso mejorarlo en pro del crecimiento y del bienestar. Por otro lado la cultura de incentivos, la facilidad para crear empresas, el fomento de la inversión en I+D+I y la generación de patentes, como atracciones y generadores de talento, serán factores fundamentales.
Por último, hemos de hablar del sistema educativo. Aquellos sistemas que se sigan basando en la memorización y lo pongan por encima del desarrollo de la creatividad, irán penalizando la innovación y por lo tanto el progreso.
Conclusiones
El tractor del progreso humano es la innovación y más concretamente la creatividad. Es el estado por el cual se crean o se conectan ideas que aplicadas producen ese estado de progreso y crecimiento.
Pero no basta con tener ideas. Hay que implementarlas. Hay que llevarlas a cabo y hacerlas realidad. Se debe fomentar la implementación de ideas y la implantación tecnológica. Pero además de eso, hay una cosa más: el ecosistema institucional debe incentivar las importación de esas ideas mediante la rentabilidad de las mismas. Si estás en un sistema que no favorezca tales condiciones, será un sector con su capacidad de progreso anulada.
No es ni será un camino de rosas y será una curva de aprendizaje y mejora continua a partir de los errores, pero lo que está claro es que el avance tecnológico es imparable y las economías que aprovechen su implementación serán sistemas más creativos e innovadores.