La transformación que se está dando en el paso de la etapa industrial a la etapa digital, va unido al desarrollo de una economía de acceso circular.
Por un lado va emergiendo una economía de acceso frente a la tradicional de posesión (acceso) y por otro lado, se aumenta la eficiencia al reutilizar o aprovechar mejor los recursos (circular).
Hay un fenómeno que surge frente al modelo tradicional, donde la empresa era la productora y el individuo el consumidor: la economía colaborativa, en la que las propias personas producen, hay transacciones entre ellas y los recursos ya no se encuentran en las empresas.
Origen
La economía colaborativa es un nuevo modelo económico que está ligado a internet y a la tecnología. Como la tecnología será imparable, está previsto que la economía colaborativa ocupe cada vez mayor espacio en detrimento de la tradicional, pero siempre en un escenario cruzado donde convivirán ambos modelos.
El concepto lo puso de moda en 2010 Botsman y Rogers con su libro “What’s mine is yours”, aunque en la realidad este concepto ya existía bastantes años antes. En Valparaíso, hace ya 11 años, los taxis comenzaron a ser compartidos de manera sistemática por varias personas, al estilo Blablacar. Así, el precio de la carrera se dividía entre los que utilizaban el servicio, mientras que el conductor trazaba la ruta y la parada de cada persona.
También podemos añadir como ejemplo las bicicletas de las ciudades. Son propiedad de Gobiernos y Ayuntamientos y su uso es compartido. La primera base de bicicletas fue en La Rochelle en el año 1974.
En definitiva, la economía colaborativa sirve para generar ingresos de otra forma a la que se hace tradicionalmente, poniendo al individuo en el centro y ofreciendo servicios que antes no había.
¿Qué es lo que ha pasado?
Por un lado, la tecnología e internet han cambiado y acelerado las formas de consumo de productos y de servicios, dotando de soluciones tecnológicas que facilitan e impulsan este nuevo modelo.
Por otro lado, la crisis que vivimos hace que el ahorro de costes y reutilización de recursos fomente este tipo de revolución colaborativa, buscando la eficiencia y haciendo que muchos autónomos se focalicen en el desarrollo de esas iniciativas. Estos impulsos hacen realidad el avance de esta revolución.
Ejemplos
La economía colaborativa, basada en transacciones entre individuos, puede ser con o sin ánimo de lucro. Y los activos pueden ser materiales (casa, coche) o inmateriales (talento, gestión, conocimiento).
Analizando las empresas que más proyección tendrán en futuro, vemos que hay varias cuyo modelo es el colaborativo con ánimo de lucro, como Airbnb y Uber. Ambas realizan transacciones entre particulares (propietario e inquilino y conductor y pasajero), utilizando recursos que no son de la empresa (piso y coche) a través de plataformas digitales.
Entre las que no tienen ánimo de lucro, nos encontramos con Wikipedia como típico ejemplo de economía entre iguales –peer to peer– donde el principal valor es el conocimiento.
Tendencias y riesgos
Como antes he mencionado, el avance imparable de la tecnología hará que la economía colaborativa ocupe un mayor espacio con respecto a la tradicional, pero convivirán ambas.
En unas ocasiones nos alojaremos con Airbnb y en otras nos alojaremos en hoteles. En unas tomaremos un taxi y en otras usaremos Uber.
Mucha gente ve en estos sistemas un peligro subyacente, donde al final la tecnología y los poderes tradicionales se pueden aliar en detrimento de los individuos. No obstante, no hay que olvidar un hecho fundamental: el individuo es y será el protagonista de la nueva era que viene, y con su posición central amplificada se abrirá un espacio para gestionar el equilibro buscado.
No hay que verlo como una amenaza, si no como una oportunidad.