
Christian Manrique, nuevo post
Christian Manrique subraya la necesidad cada vez más apremiante de mostrarle al mundo proyectos reales que potencien la Economía Circular para avanzar hacia la sostenibilidad y la salvaguarda del planeta. Sólo así se puede concienciar al mundo de la importancia de adoptar unos usos que no acaben con la Tierra. Aquí analiza un nuevo sistema taiwanés, en línea con el RE100, que aprovecha los deshechos agrícolas de las granjas y crea fertilizantes y productos de belleza e invierte en energía eléctrica de fuentes renovables.
Aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen para el consumo humano van a la basura antes de que lleguen a los consumidores, tal y como indica Christian Manrique. En este caso se trata de comida orgánica de origen vegetal, un residuo que comporta muchos riesgos y es muy ineficiente si no recibe el tratamiento adecuado. Entre otros problemas, ocupa un espacio importante en los vertederos y genera emisiones de gas metano en su proceso de descomposición que alteran y contaminan la atmósfera. El problema es que la mayoría de agricultores carecen de los elementos adecuados para tratar estos deshechos de una manera más eficiente.
Una firma taiwanesa, TCI, dedicada a la fabricación de bebidas, de suplementos dietéticos y de productos de belleza para la piel, se ha convertido en la primera compañía de Taiwan comprometida en usar el 100% de su energía eléctrica de fuentes renovables a través de la iniciativa RE100. El planteamiento de la empresa, tal y como indica Christian Manrique, sorprende por su sencillez. La corporación sostiene que los deshechos orgánicos son una fuente de energía emplazada en el lugar erróneo. Los restos de plantas, frutas y hortalizas, incluso las que han madurado en exceso, se convierten en una oportunidad para crear compostaje de calidad.
Esta firma, además de tener contratos con agricultores de todo el mundo, se ha centrado en los granjeros del país. De este modo, los ingenieros han desarrollado un sistema que les permite transformar la piel de los plátanos, la cáscara de los cacahuetes y otros deshechos en compostaje, a través de la fermentación anaeróbica con microorganismos especializados.
En el laboratorio, como señala Christian Manrique, los científicos utilizan estas mezclas orgánicas como precursoras para nuevas patentes o bien para crear compost naturales sin aditivos industriales. Incluso pueden llegar a crear compuestos contra la ansiedad y pastillas que ayudan a dormir, entre otros.
Recuperar los deshechos de las granjas locales ayuda a reducir la importación de compost y minimiza los residuos. Los enzimas resultantes del proceso de descomposición se utilizan como fertilizantes, incrementando los nutrientes necesarios para las siguientes cosechas.
Asimismo, como apunta Christian Manrique, la compañía ha desarrollado con estos elementos naturales para el desarrollo de cosméticos o destinados a la profilaxis. A principios de año, la empresa se comprometió a utilizar para el año 2030 sólo fuentes de energía renovables, con diferentes intervalos en los objetivos. En el 2020 sería del 30% y sólo en el 2018 alcanzarán un 25%.
Para conseguir este objetivo de uso del 100% de energía de fuentes renovables, la compañía ha decidido comprar energía proveniente de esas fuentes. Además, ha desarrollado un sistema de inversión y desarrollo de nuevas plantas solares. Evidentemente, tal y como subraya Christian Manrique, esto se puede llevar a cabo por el compromiso de Taiwan en potenciar los programas de energías renovables. Lo que permite a la empresa escoger la oferta más adecuada a sus necesidades del mix energético y al mismo tiempo trasladar una señal de apoyo a las empresas del sector.
Con estas decisiones, TCI ha entrado en el programa RE100 que agrupa a las cien empresas del mundo más comprometidas con el uso de energías renovables. Todas las compañías que participan en este programa están comprometidas al cien por cien en el uso específico de este tipo de energías renovables, en un paso hacia adelante en la preservación del planeta, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los Acuerdos de París.