La zona de la muerte es un concepto acuñado por el médico suizo Edouard Wyss-Dunant en 1953 como la zona por encima de los 7.500 metros de altitud en la cual ya el ser humano ya no puede aclimatarse debido principalmente a la presión atmosférica.

Ganadores y perdedores
Llevado este concepto de zona de la muerte al posicionamiento competitivo, las empresas que no se sitúen en el extremo del segmento de ofrecer productos o servicios de alto valor añadido o en el extremo de ofrecer productos o servicios de bajo coste, con gradaciones en cada uno de ellos, desaparecerán.
Es una de las consecuencias de la creciente polarización de los mercados y, ante ello, las empresas e instituciones no tienen otra manera que prepararse para competir en un mundo donde los mercados son globales y tecnológicos. Y deben hacerlo de manera urgente.
Este entorno competitivo va a ser brutal. Más del que nos podamos imaginar, pero lleno de oportunidades si somos capaces de preverlas y de aprovecharlas. Debemos ser innovadores, ágiles y eficaces para poder competir. Debemos aplicar Inteligencia a nuestro sistema innovador, aunque en muchos casos, debemos crear primero ese sistema innovador. Esto no sucederá sólo a nivel de empresas e instrucciones, sino también a nivel personas o individuos. Ya lo estamos viviendo.
Hay muchas economías que se están quedando en la zona central de la muerte, dado que no se están preparando para competir o no están entendiendo los cambios fundamentales del sector para así adaptarse a ellos y prevenir amenazas.
Ello provoca tanto la destrucción de modelos de negocios (casos conocidos como Nokia y BlackBerry) como la generación de nuevos (Google, Apple, Uber, Airbnb). Tendremos ganadores y perdedores.
Pero ¿en qué mundo vamos a competir? En los 3 mundos.
Lo tenemos frente a nosotros hoy en día, donde el COVID-19 ha paralizado literalmente el planeta. Vamos a competir en un mundo basado en la ciencia, donde la capacidad de cooperar a gran escala será una de las claves fundamentales para poder obtener la vacuna del COVID-19 en el menor plazo de tiempo posible.
Y ligado a la ciencia dado que puede agilizar sus procesos en cuanto a investigación, vamos a competir también en un mundo tecnológico. La supremacía tecnológica de la Inteligencia Artificial, del Blockchain y del Quantum Computing van a cambiar la geopolítica mundial. De hecho muchos de los conflictos que presenciamos hoy en día son consecuencia de esta situación.
Y vamos a competir en un mundo de red de datos. Empresas como Google, Apple, ecosistemas como el Internet de las Cosas, y por supuesto…el 5G, van a cambiar de nuevo nuestra manera de relacionarnos y, junto con la Inteligencia Artificial, ambos van a ser los causantes de que actuales modelos que consideramos disruptivos como UBER o Airbnb, vayan a ser disrumpidos de una manera radical. Y no necesitaremos sus plataformas de interfaz o conexión entre oferta o demanda, entre conductor o pasajero o entre inquilino vacacional y propietario, sino que a través de ambas tecnologías vamos a poder pedir un coche o reservar un apartamento sin necesidad de usar sus plataformas.
Este es el verdadero conflicto entre Estados Unidos y China. El control del 5G y la Inteligencia Artificial. Y China le saca mucha ventaja a Estados Unidos. Mucha. China, único país en el mundo que puede planificar a largo plazo (así es), es el líder mundial en Inteligencia Artificial, 5G e inversión en I+D+i.
Se van a cambiar las reglas del juego de la globalización. Ya se están cambiando y se deja sentir.
En el 2060, toda tarea humana va a poder ser hecha por un robot o un algoritmo. Entraremos en la singularidad técnica, y las máquinas, crearán máquinas.
Pero lo cierto es que el ser humano no está preparado para las nuevas tecnologías, dado que surgen, avanzan exponencialmente y cambian de manera muy rápida. Y eso lo hacen a nivel global. Sólo las propias máquinas y algoritmos estarán preparados para ello. Ese es nuestro auténtico dilema.
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