
“It’s the economy, stupid”. Esa frase, acuñada durante la exitosa campaña presidencial de Bill Clinton, define a la perfección los escenarios que tienen que afrontar tanto Donald Trump como Vladimir Putin por separado y como “socios preferentes” en el ámbito internacional. Los últimos acontecimientos, como la renuncia del consejero de seguridad de la Casa Blanca, Michael Flynn, podrían dejar entrever, a pesar de la opacidad, un posible trato de favor hacia el Kremlin. Esa decisión política, la salida de Flynn, se produce como consecuencia de posibles negociaciones secretas entre el equipo de Trump y Moscú para supuestamente levantar las sanciones que impuso el Gobierno Obama a Rusia. Pero lo que pone de manifiesto es que la economía y el dinero mueven el mundo, siempre. En este post ofrezco algunas claves sobre las sinergias desbocadas del nuevo imperio que tanto Trump como Putin quieren levantar.