LAS 7 CUALIDADES DEL LÍDER DEL SXXI Christian Manrique

 

No es un tema nuevo. El liderazgo ha sido uno de los aspectos más analizados a lo largo de los siglos, desde diferentes disciplinas teóricas, científicas y humanísticas, y a partir de su aplicación a la práctica totalidad de los ámbitos de la sociedad.

Padres de la filosofía occidental, como Platón en La República y Plutarco en Vidas, se preguntaron por las cualidades que determinaban la capacidad de liderazgo.

En el campo de las ciencias sociales, fue el pionero de la sociología moderna, Max Weber, quien estableció las tres categorías puras del liderazgo, señalando la diferencia entre el líder carismático (el que es capaz de aglutinar a seguidores a través de variables emocionales), el tradicional (derivado de su pertenencia a una élite) y el legítimo (asentado sobre la capacidad otorgada por las normas legales).

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LOS DRIVERS DEL MODELO PRODUCTIVO Tecnología y medio ambiente

Es importante atreverse a planificar cuando domina la incertidumbre. Los momentos de cambio y transición, que a lo largo de la historia económica reciente han venido acompañados de grandes crisis financieras, son momentos perfectos para sembrar un cultivo de oportunidades futuras.

No se trata de caer en el tópico, por otra parte cierto, de que en toda crisis hay una oportunidad. No se trata tampoco de asimilar estos momentos desde una posición únicamente analítica. Y, finalmente, tampoco resulta óptimo adoptar posiciones desiderativas o hundidas en un optimismo sin anclaje real.

Los momentos de cambio y transición son, por encima de todo, tiempo de planificación. Sólo de este modo podremos sentar bases sólidas, llegando al fondo de las cosas, obteniendo una visión holística y asumiendo que el riesgo está siempre en mantenerse en la zona de confort.

No se puede prever el futuro pero podemos ayudar a configurarlo planificando con antelación. Y planificar la salida de la zona de confort ha de ser, por lo tanto, la tarea fundamental en un momento de incertidumbre.

Bajo esta visión podemos abordar el debate, tan presente pero tan poco desarrollado, del cambio de modelo productivo. Pero hemos de hacerlo de modo que vaya más allá de las simples infraestruturas tradicionales.

Esto no quiere decir que no sean relevantes (tanto para los países en vías de desarrollo  como para los desarrollados), pero deberán crearse bajo nuevos criterios tecnológicos y medioambientales.

Cuatro premisas fundamentales

  1. A día de hoy ningún país puede planificar su modelo productivo sin verse a sí mismo en el contexto mundial. Los cambios se suceden y los contextos resultan variables. En este sentido, cabe destacar que previsiblemente, dadas las complejas condiciones del contexto mundial por la contracción de China y Latinoamérica, el PIB mundial sufrirá una nueva contracción.
  1. Se trata de ver en qué puedo ser fuerte durante los próximos 10 años y no sólo en lo que soy fuerte ahora. Hay que mirar más a lo que se puede hacer (capacidad potencial) que a lo que ya se hace (capacidad real).
  1. Un modelo productivo eficaz debe contar con el concurso de las expectativas ciudadanas, el potencial de los recursos, la voluntad política, el vigor empresarial y la sostenibilidad medioambiental y la tecnología.
  1. Los beneficios del modelo deben ser amplios, integrales, transversales y capaces de aglutinar viabilidad económica, sostenibilidad financiera, ventajas sociales y beneficios medioambientales.

El espacio común para un modelo productivo de escala mundial

Sin renunciar a la especialización de las diferentes zonas geográficas (áreas regionales, rutas del comercio internacional y centros de consumo) es determinante encontrar un punto de encuentro del que partir, que facilite sinergias entre esas zonas y que permita establecer una pauta de desarrollo social y económico global.

Este espacio común es, a día de hoy, aquel en el que conviven la tecnología, la energía y el medio ambiente, mientras que la especialización por zonas geográficas ha de venir determinada en base a los siguientes criterios:

– Necesidades de desarrollo social y económico intra-área.

– Potencial de aprovechamiento sostenible de los recursos.

– Contexto jurídico, político e institucional.

– Ventajas competitivas en el contexto internacional (inter-área).

A partir del análisis de estas cuatro variables podremos determinar el core competitivo (siempre en términos de sostenibilidad económica, financiera, social y medioambiental) de cada área.

En próximos artículos haremos referencias a las cuatro oportunidades potenciales que podrán promoverse, sin que esto sea incompatible con que cada país cuente con sus propio plan estratégico.

En próximos artículos haremos referencias a las cuatro oportunidades potenciales que podrán promoverse, sin que esto sea incompatible con que cada país cuente con sus propio plan estratégico.

DESARROLLO GLOBAL E INFRAESTRUCTURAS PARA UN MUNDO EN TRANSICIÓN

Nos encontramos inmersos en un mundo en transición en el que las transformaciones que se están operando son radicales.  Ante un escenario de cambios profundos y ritmos muy rápidos y sabiendo que las personas son el activo más importante para el desarrollo global, es fundamental que entendamos la importancia de estar preparados para evolucionar al ritmo de los acontecimientos. Nuestra capacidad para reinventarnos nos dará la medida sobre la que hacer frente a esos cambios con garantía.

Pero, por otra parte, no sólo es la gente la que tiene que reinventarse. Las infraestructuras, como mecanismo que contribuye a dar respuesta a las nuevas necesidades sociales, económicas y ambientales que se están produciendo, han de iniciar también un camino de reinvención desde el mismo momento de su estudio y planificación. Es esencial que reforcemos el componente estratégico a la hora de definir nuestros modelos urbanos, partiendo de un análisis integral y dotando a los planes de visión a largo plazo.

Megatendencias

A corto y medio plazo vamos a tener que enfrentar una serie de factores entre los que podemos destacar los siguientes:

  1. En el año 2050 la población mundial alcanzará los 9,6 billones.
  2. El 66% de ese crecimiento poblacional tendrá lugar en la ciudades del mundo desarrollado, que aglutinará una población de 6 billones.
  3. La India reemplazará a China como el país más poblado.
  4. Más del 30% de la población mundial en las zonas desarrolladas tendrá 60 años o más.
  5. En el año 2050 el 50% de la población mundial pertenecerá a la clase media y actuarán en un contexto más cercano a la economía colaborativa que a la competitiva, que deberá enfrentar a los efectos económicos, sociales y medioambientales del cambio climático.
  6. El parque automovilístico crecerá a un ritmo de un 3% anual hasta 2030.
  7. En 2050 el volumen de recursos consumidos alcanzará los 140 billones de toneladas, el triple que en la actualidad.
  8. La nueva revolución industrial que ha traído el Internet, el Internet de las Cosas (IoT) y las Redes Sociales, junto con los últimos avances en la robótica, los drones, los coches sin conductor, la nanotecnología, las ICT, las impresoras 3D y el M2M (machine to machine), van hacer que se produzca un reequilibrio de gran profundidad, determinando un nuevo orden global.
  9. En 2020 habrá 30.000 millones de dispositivos conectados, en un entorno digital en el que los objetos inteligentes aumentarán exponencialmente su capacidad de interacción con el ser humano.

Re-imaginando el mundo

“Si no te gusta el cambio te va a gustar menos aún la irrelevancia” (Tom Peters)

Reinventarse ha dejado de ser una opción. La necesidad de formarnos continuamente para ser competitivos ha de dejar de ser un mero discurso de buenas intenciones.

Debemos tener algo claro: las profesiones y los oficios de las futuras generaciones aún no tienen nombre. Aún no existen. Y la clave reside en que, como sociedad, mantengamos la capacidad de adaptarnos, de aprender y desaprender con gran celeridad.

Es preciso crear un nuevo modelo capaz de absorber los cambios, que establezca las bases sobre las que se elevarán los pilares del futuro, que facilite y potencie la capacidad de adquirir nuevos conocimientos y herramientas para la toma de decisiones y que tienda a estimular la búsqueda de la eficiencia y el objetivo de la excelencia.

Se trata de evolucionar hacia un modelo integrador que, basado en una visión holística donde se establezca un ecosistema interactivo entre la población, las infraestructuras y las nuevas tecnologías, responda a las nuevas necesidades sociales, económicas y medioambientales.

Este modelo debe integrar en su ADN el concepto de sostenibilidad integral de modo que impacte en el campo educativo (formación, educación), energético (nuevas tecnologías: waste), tecnológico (big data, IoT), económico, medioambiental, de infraestructuras y de desarrollo urbano.